A veces sí a veces no
Desde que España entrara a formar parte de la Unión Europea en 1986, no cabe duda de que la situación económica y política mejoró en gran medida. No sé si este cambio fue propiciado por esta adhesión o si por el contrario tuvo mucho más el fallecimiento de Franco.
Yo apenas contaba con dos años de vida y no puedo valorar a qué fue debida esa mejora. A día de hoy, creo que es muy positivo formar parte de la Unión Europea por ciertos motivos, aunque también me preocupa que esa europeización de España nos conduzca a perder o modificar nuestro estilo de vida y nuestras raíces.
La Unión Europea ha ayudado mucho a España económicamente para salir del subdesarrollo al que se vió abocado nuestro país y facilitó la relación de nuestros represantes políticos con los de otros países más desarrollados que sirvieron de ejemplo a seguir. Hasta ahí bien. Pero en los últimos años creo que el camino presenta ciertas curvas peligrosas. A lo que últimamente se dedican nuestros políticos es a copiar los modelos fríos propagandísticos de otras naciones que no comparten nuestras raíces y por tanto estamos dejando de vivir como lo hacíamos.
España es y espero que siga siendo un país con multitud de culturas cálidas, tomando el significado más humano de la palabra, que atrae a los turistas precisamente por la calidez de sus gentes y por un grado de libertad del que hasta ahora no gozan muchos países de la gran Europa. Con la llegada del euro, y de esa gran Constitución de cuyo contenido el 80% de la población europea no tiene ni idea, mi opinión sobre si soy europeísta o no lo soy se decanta más hacia la segunda opción.
Francamente, en estos momentos creo que lo más positivo de serlo es que si se produce un cataclismo o se declara la guerra entre naciones, alguien nos tendrá que echar una mano y no estaremos solos ante el peligro.
Yo apenas contaba con dos años de vida y no puedo valorar a qué fue debida esa mejora. A día de hoy, creo que es muy positivo formar parte de la Unión Europea por ciertos motivos, aunque también me preocupa que esa europeización de España nos conduzca a perder o modificar nuestro estilo de vida y nuestras raíces.
La Unión Europea ha ayudado mucho a España económicamente para salir del subdesarrollo al que se vió abocado nuestro país y facilitó la relación de nuestros represantes políticos con los de otros países más desarrollados que sirvieron de ejemplo a seguir. Hasta ahí bien. Pero en los últimos años creo que el camino presenta ciertas curvas peligrosas. A lo que últimamente se dedican nuestros políticos es a copiar los modelos fríos propagandísticos de otras naciones que no comparten nuestras raíces y por tanto estamos dejando de vivir como lo hacíamos.
España es y espero que siga siendo un país con multitud de culturas cálidas, tomando el significado más humano de la palabra, que atrae a los turistas precisamente por la calidez de sus gentes y por un grado de libertad del que hasta ahora no gozan muchos países de la gran Europa. Con la llegada del euro, y de esa gran Constitución de cuyo contenido el 80% de la población europea no tiene ni idea, mi opinión sobre si soy europeísta o no lo soy se decanta más hacia la segunda opción.
Francamente, en estos momentos creo que lo más positivo de serlo es que si se produce un cataclismo o se declara la guerra entre naciones, alguien nos tendrá que echar una mano y no estaremos solos ante el peligro.
Labels: ¿Soy europeísta?
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